Mensaje con motivo de la Cuaresma 2022.
PAZ Y BIEN
“Más blanco que la nieve” (Sal 50, 9). Todos tenemos grabada en la retina la imagen de una montaña o un valle nevados. ¡Qué paisajes tan bellos! ¡Qué resplandor cuando el sol los ilumina! Blanquísimos, brillantes… Así es como el rey David pedía al Señor que le quedase su corazón, consciente de la gravedad de sus propios actos y confiando en su bondad. Tal vez, también nosotros nos podríamos sumar a esta petición en este tiempo de Cuaresma que iniciamos, pues somos vulnerables y, al mismo tiempo, deseamos tener el corazón limpio y blanco como la nieve, y perseverar fielmente en el seguimiento de Cristo.
Para convertirnos en Voluntarios Capuchinos con el corazón blanco como la nieve, nos hace falta dejarnos lavar por el Agua Viva para que el amor a Dios sea el centro de nuestra vida y el amor fraterno su máxima expresión. Pero sabemos por experiencia que somos débiles y el polvo del camino de la vida desmerece la blancura del corazón; sin embargo, nuestra fragilidad vivida como oportunidad se transforma en un espacio de encuentro profundo con Dios, con nosotros mismos y con el prójimo, porque “cuando soy débil es cuando soy realmente fuerte” (2Cor 12,10).
Son muchas las causas por las que nos sentimos débiles o vulnerables: la enfermedad, una deficiencia física, la vejez, un tipo de carácter, alguna herida de la infancia, la falta de talentos para desarrollar ciertas tareas, un vicio, el pecado… Sea cual fuere la situación de cada uno, cuando nos sentimos vulnerables, la propia experiencia de necesitar del prójimo nos hace más sensibles a nuestros hermanos y se aviva la intuición para descubrir las necesidades de los otros. Con frecuencia emana más fácilmente la empatía, la disposición a aprender de los demás, la cercanía… y, a un nivel más profundo, el amor expresado en la acogida de su corazón, la donación gratuita, la comprensión, la misericordia y la oración. Por eso, también, cuando tomamos conciencia de la propia vulnerabilidad, nos hacemos algo más humildes y nos acercamos al Maestro con el deseo de asemejarnos a Él: “Vengan a mí (…) porque soy benévolo y humilde de corazón” (Mt 11,29).
Sí, la vulnerabilidad es el lugar del nacimiento del amor. Puede parecer una paradoja, pero no. Les invito a adentrarnos en este tema mediante el lema del 125º Aniversario de la aprobación pontificia del Instituto, “Perseverar: memoria y esperanza” y con una breve reflexión sobre las lecturas del Miércoles de Ceniza.
Con el fin de PERSEVERAR en una fiel respuesta a Dios, es necesario hacer MEMORIA agradecida de todo lo que nos ha sido dado por la bondad del Padre de las misericordias. Al mismo tiempo, también debemos hacer MEMORIA de las infidelidades, para dejarnos lavar por el Señor y, con voluntad firme, enmendar las causas y hacer un camino continuo de conversión, tal como dice el profeta Joel: “Conviértanse a mí de todo corazón (…). Rasguen los corazones, no los vestidos y conviértanse al Señor, su Dios” (Jl 2,12-13). Es un itinerario que entendieron muy bien Francisco y Clara de Asís y el P. Tous. Es la sincera mirada al interior del corazón, donde se engendra el pecado (cf. Mc 7,15-23), la que nos mostrará la necesidad de redireccionar ciertas actitudes. ¿Se atreve usted a analizarlo profundamente durante esta Cuaresma? Para ayudarnos, Jesús mismo nos da la “receta”:
– LIMOSNA: “Tú, cuando des limosna, no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha” (Mt 6, 3). Pregúntese: ¿Qué limosnas puedo hacer? Tal vez, hacer lugar en su corazón a alguna persona con quien le cuesta la relación, o bien la escucha paciente, o bien la compañía silenciosa, o bien la amable acogida de quien se le acerca, o bien abrir el corazón al otro para expresar la fe, o bien… y, en todo ello, mantener en el silencio el esfuerzo que le supone. Es el camino de compartir con los más vulnerables, es el camino de la humildad, es el camino de la conversión: si su corazón se deja lavar, quedará más blanco que la nieve.
– ORACIÓN: “Tú, cuando ores, entra en tu habitación y, cerrada la puerta, ora a tu Padre, que está en lo secreto” (Mt 6,6). Pregúntese: ¿Cómo es mi encuentro íntimo con el Señor? Busque los momentos y los espacios de silencio para dejarse nutrir por el Amor, para contemplarlo en la Cruz, herido por la humanidad que redime, un Dios hecho hombre vulnerable… y, ante Él, rece, agradezca, interceda por tantos vulnerables, póngales nombre, quizás rostro… presente al Inocente las heridas de la humanidad. Es el camino que ilumina a los más vulnerables, es el camino de la humildad, es el camino de la conversión: si su corazón se deja lavar, quedará más blanco que la nieve.
– AYUNO: “Tu, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, de modo que los demás no vean que ayunas, sino tan solo tu Padre” (Mt 6,17-18). Pregúntese: ¿de qué debo ayunar? Tal vez de aquello que pueda hacer más vulnerable a otra persona, tal vez de aquello que le hace más vulnerable a usted. En todo caso, santa Clara nos da unas cuantas pistas: debemos ayunar de “toda soberbia, vanagloria, envidia, avaricia…, de la difamación y murmuración, de la discordia y división” (RCl 10,6). Es el camino para ahorrarnos heridas que nos hacen más vulnerables, es el camino de la humildad, es el camino de la conversión: si su corazón se deja lavar, quedará más blanco que la nieve.
Es un itinerario que se vuelve camino de gracia, recibido de la bondad de Dios, tal como dice San Pablo en la segunda lectura: “Como colaboradores de Dios, les exhortamos a no dejar perder la gracia que han recibido. Él dice: Te he escuchado en la hora favorable, te he ayudado el día de la salvación. Ahora es la hora favorable, ahora es el día de la salvación” (2Cor 6,1-2). ¡Esta es nuestra ESPERANZA! Ahora es el momento de la conversión para poder levantar nuestros ojos, entrever “el cielo nuevo y la tierra nueva” (Ap 21,1) y hacerlos ya presentes mientras peregrinamos en este mundo, con la mirada fija en el Señor Crucificado, porque “Cristo no cometió pecado alguno, pero por causa nuestra, Dios lo hizo pecado, para así, en Cristo, hacernos a nosotros justicia de Dios” (2Cor 5,21). Es decir, lo hizo vulnerable, como uno de nosotros, y así se convirtió en luminosa esperanza, manifestación del amor siempre nuevo de todo un Dios hecho humano para lavarnos con su sangre y quedar más blancos que la nieve.
¡Es la hora favorable! ¡No nos perdamos este tiempo de Cuaresma! Perseverar en la vocación de Voluntario Capuchino implica constancia en la renovación diaria del corazón y fidelidad a la invitación del Espíritu a hacer de sus vidas una donación de amor. Pidámosle a María, Virgen pura, que nos lo alcance de su Hijo clavado en la Cruz por amor, dejándonos “lavar el corazón por Él y, así, poderlo tener más blanco que la nieve” (cf. Salmo 50,9).
Deseándoles una Cuaresma bien activa en “el lavado del corazón”, reciban un abrazo fraterno de su hermana,
Mª Carme Brunsó Fageda.
Superiora General.
Barcelona, 2 de marzo de 2022.