Vía Crucis del Colegio Madre del Divino Pastor de Cieza: Unión, Fe y Música.

En la tarde del jueves 14 de marzo, en una demostración de fe y tradición, el Colegio Madre del Divino Pastor de Cieza se convirtió en escenario de un emotivo acto de Vía Crucis, que logró reunir a un gran número de personas, caracterizándose por la solemnidad, devoción, recogimiento, oración y la belleza de la música clásica.

 

El AMPA junto con las hermanas y profesores del colegio, padres, alumnos, y miembros de la sociedad de Cieza, incluidos el Sr. Alcalde, concejales de su corporación municipal, y representación de los distintos grupos políticos del municipio, participaron en este acto, reflejándose la importancia del papel que juega la educación en la preservación de las tradiciones y valores.

 

La participación de los representantes municipales no solo reafirmó el apoyo de la Administración Local a la educación y la cultura, sino que también subrayó el vínculo entre la fe y la vida pública en Cieza.

 

El acto comenzó con unas palabras de bienvenida por parte de Doña María José Turpín, presidenta del AMPA del colegio que junto a la dirección del centro educativo organizó el acto. A continuación el Sr. Alcalde inició el Vía Crucis con la lectura de la primera estación, demostrando un compromiso personal con las tradiciones y la fe.

 

El Vía Crucis fue guiado por el capellán D. Miguel Saorín. La procesión que recorrió los patios y pasillos del colegio adornados con sendos altares dispuestos en función de la estación, fue testimonio del trabajo y la dedicación del AMPA y de las hermanas y profesores del centro, estando acompañada de oraciones y piezas musicales que resonaban entre los muros llenos de historia.

 

Los alumnos, protagonistas de este acto, iban ataviados para la ocasión con sus túnicas de Semana Santa portando con orgullo y solemnidad los símbolos de la Pasión de Cristo, mientras Doña Piedad Abellán, profesora de música del centro, interpretó con su violín una pieza musical en cada estación del Vía Crucis, sones que acompañaron la reflexión, oración y recogimiento, creando momentos de profunda emoción, contemplación y compromiso con la fe cristiana.

 

Este enfoque innovador de combinar música en vivo con la tradicional práctica del Vía Crucis resonó entre los asistentes, debido a que la música tuvo el poder de llevar las oraciones y reflexiones a un nivel más profundo, tocando las almas de los allí presentes de la manera que solo el arte puede hacer, elevando la experiencia espiritual a nuevas alturas.

 

Eventos como este ponen de manifiesto la cohesión de la comunidad y la transmisión de valores esenciales, recordándonos que, más allá de nuestras diferencias, compartimos creencias y tradiciones que nos unen y nos fortalecen como cristianos, acercándonos a los valores fundamentales del cristianismo a través del recuerdo del sacrificio y el amor incondicional de Jesucristo. Reforzó los lazos de comunidad en un acto de fe compartida que trascendió las paredes de nuestro colegio, conectándonos con el corazón de Cieza y sirviendo como preludio de su Semana Santa.

 

Como exalumna del colegio y madre de alumnas del mismo es emocionante ver a mis hijas participar en una tradición tan arraigada y significativa; es un orgullo ver cómo los alumnos del colegio no solo reciben una educación académica de calidad, sino que también crecen en un ambiente que valora y celebra la fe y las tradiciones cristianas.

 

Hoy, más que nunca, se hace evidente la importancia de inculcar en nuestros hijos e hijas el valor de la tradición, la historia y la espiritualidad, como pilares de una educación integral.

 

Este Vía Crucis no solo ha sido un momento de reflexión espiritual, sino también una poderosa demostración de cómo la fe y la educación pueden caminar de la mano para forjar ciudadanos comprometidos, solidarios y respetuosos de su rica herencia cultural transmitiendo valores de generación en generación.

 

Este evento fue un momento para reflexionar sobre nuestras vidas, sobre el amor, el sacrificio, y sobre cómo podemos ser mejores personas cada día, sin duda la calidez y la unión manifestadas durante el mismo dejaron una huella indeleble en todos los asistentes.

 

El Vía Crucis concluyó en la capilla del colegio en la que se realizó una oración final, la profunda emoción que emanó de este acto ha dejado sin duda un recuerdo imborrable en el corazón de los asistentes, mostrando una vez más cómo la fe, la educación y el arte pueden unirse para crear experiencias memorables y significativas que trascienden generaciones.

De todo corazón deseo que este Vía Crucis haya sido un camino de luz en nuestras vidas y en nuestros corazones.

 

Esperanza Cano Carrillo, exalumna del Colegio