Profesión Perpetua de las Hnas. Claudia y Griselda.

Hna. Claudia

El día 6 de enero, Solemnidad de la Epifanía del Señor, en la capilla de la Comunidad Noviciado de Pallejá (Barcelona), se llevó a cabo mi alianza con el Señor, mi Sí para siempre al AMOR. Una fiesta con sabor a plenitud, fiesta con Dios, vida entregada para la Iglesia. Una celebración colmada de signos, cercanía y fraternidad.

 

Al contemplar la actitud de los Magos que, guiados por una estrella, con docilidad se ponen en camino para adorar al Rey que ha nacido, puedo decir, con inmensa alegría y gran agradecimiento en mi corazón, que la estrella que brilla en el firmamento de mi vida es Dios mismo, es Cristo, es María y mis hermanas. En la grandeza de este don de la vocación recibida reconozco mi pequeñez y solo puedo responder con gratitud.

 

No puedo dejar de elevar un canto de acción de gracias a Dios, y lo hago de la mano de la Madre del Divino Pastor. Ella, que “guardaba todo en su corazón” ha visto las maravillas que Dios ha hecho conmigo: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador”, porque ha puesto su mirada amorosa, tierna y misericordiosa sobre mí; y por todo lo que me ha regalado a lo largo de mi historia, de mi camino vocacional y por el don de la consagración religiosa.

 

Como el Padre Tous quiero y deseo que el Evangelio, María, San Francisco y el amor al prójimo modelen mi corazón como Capuchina de la Madre del Divino Pastor.

 

¡Gracias, Señor! ¡Gracias, hermanas, por recibirme en vuestra fraternidad!

¡Te basta mi gracia!

Hna. Griselda

Con la inspiración de las palabras de san Pablo, me dispongo a expresar la experiencia de sentirme elegida por Dios para trabajar en el Reino de los Cielos. Puedo decir que sigo sintiéndome enamorada y seducida, pues mi amor hacia el Señor ha crecido y ha madurado. Con esta certeza, ha tenido lugar mi Profesión Perpetua en la Parroquia Santa Marta de Ciudad Neilly (Costa Rica), el pasado día 6 de enero, solemnidad de la Epifanía del Señor.

 

El poder compartir con todas las hermanas de Costa Rica, con el Obispo Juan Miguel Castro Rojas, los hermanos agustinos, los seminaristas de la Diócesis de San Isidro del General y el pueblo de Ciudad Neilly donde he vivido este último año como juniora, es una gran alegría. Ellos han sido testigos de mi entrega definitiva al Señor.

 

He vivido momentos de emoción, de agradecimiento, todo ello consciente de que el Sí definitivo he de vivirlo en fidelidad, constancia y entrega diaria.

 

Agradezco a Dios por mi familia, por el apoyo de las hermanas en todos los lugares donde estamos presentes, por las muestras de fraterna oración en estos momentos de mi vida.

¡Gracias, Señor!