El pasado 20 de abril, fiesta de la Madre del Divino Pastor, en la capilla del Colegio de Diriamba, ochos Voluntarios se consagraron a María, Pastora de las almas. Eran cinco miembros de la Comunidad “Santa Clara” de Managua y tres de la de “San Francisco” de Diriamba. Les acompañamos las Hermanas de Managua y Diriamba, otros Voluntarios e invitados como los Frailes Capuchinos.
La Eucaristía fue presidida por Fray Julio Icabalceta. Fue una celebración llena de símbolos, muy emotiva. Consagrarse a María es muy significativo para ellos, lo expresan como un sello de amor de parte de nuestra Madre. Para nosotras, las hermanas, significa un don de Dios: el Señor nos regala hermanos seglares que quieren vivir su opción de vida bajo la luz del Padre Tous. Su vida es inspiración y camino para seguir a Jesús y, de esta manera, el carisma tousiano se va hacienda vida en ellos. Os presentamos algunos testimonios de los nuevos consagrados:
“Ante el hecho de mi consagración a María sentí una gran alegría porque el momento tan deseado había llegado. Se trataba de dar un paso más seguro a mi vida íntima con Dios. Mi corazón se me salía del pecho y mi mente no lo creía. En el momento en el que la Hna. Isabel me imponía la medalla, mi espíritu se llenó de gozo porque había alcanzado la consagración como Voluntario y pertenecía a nuestra Madre la Divina Pastora. La verdad es que me siento muy feliz y mi vínculo con Dios se hizo más fuerte ahora más que nunca. Gracias hermanas” (Domingo González, Diriamba).
“Mi experiencia al consagrarme como Voluntaria Capuchina de la Madre del Divino Pastor ha sido muy emocionante en mi vida. Fue tan lindo lo que sentí en ese momento: sentí que la Virgen estaba conmigo y me decía: ¡ánimo, aquí está tu Madre!” Ahora siento un amor más profundo por ella y el poder compartir esa felicidad que mi corazón siente de alegría, seguridad, entrega y fraternidad, me ha hecho cambiar mi vida espiritual increíblemente. ¡Gracias, Madre y Pastora!” (Emelina del Carmen Centeno, Managua).
“La primera vez que vi una imagen de María fue cuando ingresé al Colegio Madre del Divino Pastor como estudiante de Primaria. Me enamoré de la imagen dulce de Pastora. Desde entonces me ha acompañado en los momentos más difíciles de mi vida; cerraba los ojos y me imaginaba estar recostado en el regazo de la Madre, mientras ella me consolaba. Así fue en el momento en que casi me muero a causa del Covid 19. Ella, la Madre, me acompañó y me salvó. Consagrarme fue algo que no sé describir, lloré en silencio de felicidad. Fue un momento tan íntimo y espiritual, de Madre a hijo, de Pastora a oveja, que nunca me imaginé vivir y nadie me comprenderá; estoy feliz” (Hansel Argüello. Managua).