Mensaje con motivo de la fiesta de Santa Clara 2023

“Sed siempre solícitas en guardar entre vosotras

la unidad del amor recíproco”. (RCl 10, 7)

 

 

PAZ Y BIEN.

 

“En el principio ya existía la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad (Jn 1, 1. 4). Tres palabras  resuenan en mi interior al escuchar el inicio del Evangelio de Juan: Palabra, vida y luz. Y, a la vez, dos imágenes se entrelazan en mi pensamiento: Clara de Asís y el sínodo de la sinodalidad. ¿Por qué? El Papa Francisco no se cansa de repetir que el sínodo tiene como finalidad escuchar, sobre todo, una escucha bajo la guía del Espíritu. Y es evidente que alguien tiene que hablar para que podamos escuchar: Dios, el que es la Palabra que “plantó su tienda entre nosotros” (Jn. 1, 14). Él nos enseña que en la relación entre hermanos basada en el amor, encontramos la Vida y la Luz. ¿No es esta la experiencia de Clara y la comunidad de San Damián? Escuchar a Dios y escuchar a las hermanas.

 

Por otro lado, la preparación del encuentro eclesial del próximo mes de octubre en El Vaticano me cuestiona desde hace meses: ¿Cómo vivimos la Familia Tousiana la sinodalidad? La respuesta la hallo en las raíces de nuestro carisma: el luminoso ejemplo de vida de nuestra hermana mayor, Clara. Con esta certeza, les invito a mirarnos en ella, a fin de profundizar en el lema del Sínodo: Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”.

 

A.- Comunión con Cristo que nos conduce a la comunión con los hermanos.

¿No es éste el eje central de la vida de Clara? La unión con el Amado es la clave del amor de Clara y lo expresa con toda la intensidad cuando escribe: “Abraza como virgen pobre a Cristo pobre” (2CtaCl 18). Es el anhelo de hacerse una con Él, desde un corazón pobre que encuentra en Jesús su único tesoro (cf. Mt 13, 44). Y de esta unión con Él mana la plenitud de amor a todos los hermanos, empezando por las hermanas con las que convive. Esta es la raíz de la comunión. Y, como somos débiles, para mantenerla debemos tener un constante cuidado de las relaciones fraternas. Por eso la misma Clara nos exhorta a: “guardarnos de toda soberbia, vanagloria, envidia, avaricia… de la difamación y murmuración, de la discordia y división; ser, en cambio, solícitas siempre en guardar unas con otras la unidad del amor recíproco, que es vínculo de perfección” (cf. RCl 10, 6-7). Clara de Asís, LUZ que iluminas el camino de la COMUNIÓN en nuestras fraternidades y en la Iglesia, haznos instrumentos de ella en medio del pueblo de Dios.

 

B.- Participación.

La organización de la comunidad de San Damián es un ejemplo de participación. Clara, convencida de que hay que caminar juntas desde la minoridad para ser testigos del Evangelio, sabe que la autoridad es servicio hecho presencia, escucha y acompañamiento. Por eso, como abadesa del monasterio convoca semanalmente a las hermanas para revisar su vida, pedirse perdón y tratar los asuntos comunitarios más importantes (cf. RCl 3, 15-17). Lo hace con sencillez y sabiendo que solamente desde el despojo de sí misma puede estar abierta a las ideas y opiniones de todas las hermanas ya que “muchas veces el Señor revela a la menor qué es lo mejor” (RCl 4, 18). Porque Clara respeta la responsabilidad de cada una y las considera capacitadas y con criterio, las incluye a todas en el discernimiento comunitario, espacio de escucha y de diálogo, como un solo cuerpo, para buscar juntas la voluntad de Dios. En definitiva, como dice San Pablo: El cuerpo humano, aunque está formado por muchos miembros, es un solo cuerpo. Así también Cristo” (1Cor 12, 12). Clara de Asís, LUZ que iluminas el camino de la PARTICIPACIÓN en nuestras fraternidades y en la Iglesia, haznos personas de escucha y diálogo en medio del pueblo de Dios.

 

C.- Misión.

Miremos por un momento a Clara…; desprende luz. Y recuerdo las palabras de Jesús: “Vosotros sois la luz del mundo. Una lámpara no se enciende para taparla con alguna vasija, sino que se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procurad que vuestra luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que hacéis, alaben todos a vuestro Padre que está en el cielo (cf. Mt 5, 14-17). Sí, la misión de Clara es ser luz; y la nuestra también: ser testigos de la Luz (cf. Jn 8, 12). ¿Cómo? Clara nos lo muestra con el ejemplo de sororidad que se vive en San Damián: el mandamiento nuevo del amor expresado en los detalles más cotidianos, ofreciendo a a las hermanas y hermanos: ternura, acogida, perdón, afecto, comprensión, misericordia, donación… Es decir: “manifestándonos exteriormente con nuestras obras, el amor que nos tenemos internamente” (cf. TestCl 59). En definitiva, hemos sido llamados por el Señor para una misión específica: ser espejos para todos; y si vivimos de esta forma, dejaremos un noble ejemplo a los demás (cf. TestCl 21-23). Clara de Asís, LUZ que iluminas el camino de la MISIÓN en nuestra “casa” como  familia carismática y en toda la Casa-Iglesia, haznos testigos de Cristo en medio del pueblo de Dios.

 

Después de haber reflexionado un poco en los tres conceptos básicos del camino sinodal bajo la guía de Santa Clara, madre y protectora de nuestro Instituto, según el deseo del P. Tous, podemos concluir que Clara es PRECURSORA DE LA SINODALIDAD. Por eso, nosotros que hemos aceptado voluntariamente el compromiso de vivir según esta ‘forma de vida’, es preciso que crezcamos constantemente en las actitudes que posibilitan la sinodalidad, con un verdadero espíritu de conversión a fin de que nuestro ‘espejo’ se mantenga nítido. Así podremos ser lucecitas que iluminen el ‘caminar juntos’ de todos los cristianos. Estoy segura que, de esta manera, contribuiremos a hacer una Iglesia más sinodal y, al mismo tiempo, podremos aplicarnos la Palabra: “Dichosos vosotros, porque tenéis ojos que ven y oídos que oyen” (Mt 13, 16). Acojamos con corazón agradecido esta bienaventuranza y, con alegría, vivamos como un tiempo de gracia el Sínodo de la sinodalidad.

 

Que María, Madre de la Iglesia, nos enseñe a escuchar la Palabra y guardarla (cf. Lc 11, 28), para que siempre nos mantengamos abiertos al don de los hermanos y, mientras caminamos juntos, desde la escucha mutua, sepamos descubrir e interpretar los signos de los tiempos. Entonces, seremos lámparas encendidas que difundirán la luz y la vida de Dios al mundo. Así lo hizo Clara de Asís, mujer hecha Iglesia; así lo queremos hacer nosotros, pequeñas semillas de sinodalidad en la Iglesia.

 

Mirándonos en Clara de Asís, les deseo que celebren su fiesta con mucho gozo.  

 

Les abraza su hermana,

 

Mª Carme Brunsó Fageda.

Superiora General.

Barcelona, 2 de agosto de 2023.