Mensaje con motivo del Adviento 2023

Deseo celebrar la memoria del Niño que nació en Belén

y quiero contemplarlo con mis ojos”

(cf. 1Cel 84).

PAZ Y BIEN.

Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único” (Jn 3, 16). Un acontecimiento que Dios quiso preparar a lo largo de muchos siglos, un amplio tiempo de espera del Mesías que los cristianos actualizamos anualmente con el Adviento. Y, este año, os quiero proponer vivirlo acompañados de San Francisco, pues se cumplen 800 años de aquella inspiración del “poverello” de Asís: hacer un “pesebre viviente”. Él deseaba poder contemplar con sus propios ojos aquella realidad tan divina y tan humana: Dios nacido pobre entre los pobres, el núcleo de la Buena Nueva. Como él, sea nuestra más alta aspiración observar en todo el Evangelio y seguir los pasos de Jesús “con suma atención, con todo cuidado, con todo el anhelo de nuestra mente, con todo el fervor del corazón” (cf. 1Cel 84).

Así es como me gustaría que viviésemos este Adviento, con todo el fervor de nuestro corazón. Por eso os invito a releer el relato de Celano, biógrafo de Francisco, que explica la preparación y celebración de la Navidad en Greccio. Mirando sus gestos y sus actitudes, pongámonos en camino para HACER DE NUESTRO CORAZÓN UN PESEBRE para el Niño Dios.

A.- “Vivía en aquella comarca un hombre, de nombre Juan, de buena fama y de mejor tenor de vida. Unos quince días antes de la Navidad del Señor, el bienaventurado Francisco le llamó y le dijo: «Si quieres que celebremos en Greccio esta fiesta del Señor, date prisa en ir allá y prepara prontamente lo que te voy a indicar” (1 Cel 84).

Preparémonos sin entretenernos, de prisa… Pongámonos en marcha sin pereza. La Iglesia nos regala una liturgia rica y profunda, llena de simbología y textos bíblicos a lo largo de las semanas de Adviento. Hermano/a, incrementa la dedicación a la ORACIÓN, a preparar los detalles que adornarán tu pesebre interior: ¿Cómo desearías que fuera?

B.- “Deseo celebrar la memoria del Niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno» (1Cel 84).

Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a Ti, Dios mío” (Sal 42, 2). Francisco buscaba unirse a Jesús y deseaba contemplarlo en su sufrimiento expresado como “invalidez”. Hermano/a, hazte consciente de tus “invalideces”, acércalas al pesebre, ámalas, agradécelas como posibilidad de crecer en HUMILDAD. Y acercarle, también, a tantos seres humanos “inválidos”: ponles nombre, rostro, mirada…

C.- “Llegó el día, día de alegría, de exultación. Se citó a hermanos de muchos lugares; hombres y mujeres de la comarca, rebosando de gozo, prepararon, según sus posibilidades, cirios y teas para iluminar aquella noche que, con su estrella centelleante, iluminó todos los días y años” (1Cel 85).

Es clave vivir la fraternidad: ser y sentirnos hermanos de toda persona, de todo el pueblo de Dios que camina hacia Belén. La MUTUA ESTIMA, el primer signo de la identidad cristiana, deviene luz para el mundo (cf. Mt 5, 14). Hermano/a: ¿A quién invitas de corazón a caminar contigo hacia el pesebre? ¿Excluyes a alguien? ¿Qué actitudes tuyas pueden iluminar los senderos que conducen a Belén?

D.- “Llegó, en fin, el santo de Dios, y, viendo que todas las cosas estaban dispuestas, las contempló y se alegró. Se prepara el pesebre, se trae el heno y se colocan el buey y el asno. Allí la simplicidad recibe honor, la pobreza es ensalzada, se valora la humildad, y Greccio se convierte en una nueva Belén” (1Cel 85).

Si deseamos que nuestras fraternidades y nuestras familias sean una nueva Belén, es necesario despojarnos: No retengáis, pues, nada de vosotros para vosotros mismos” (6C 29) y, en todo momento: “fijarnos en el principio de este espejo, que es la pobreza de quien fue reclinado en un pesebre y envuelto en pañales. ¡Oh admirable humildad, oh asombrosa pobreza: el Rey de los ángeles, Señor del cielo y de la tierra, reclinado en un pesebre!” (4CtaCl 19-21). Es decir, hay que vivir en CONVERSIÓN constante, volviendo siempre a las raíces de nuestro carisma: ser pobres, simples, sencillos, humildes, alegres. Hermano/a, pregúntate: ¿Cómo se concreta en tu vivir cotidiano?

E.-La noche resplandece como el día. Llega la gente, y, ante el nuevo misterio, saborean nuevos gozos. Cantan los hermanos las alabanzas del Señor y toda la noche transcurre entre cantos de alegría” (1Cel 85).

Estamos invitados a saborear el gozo del misterio de Dios Padre que nos regala un Hermano. ¡Alabemos al Señor! ¡Aleluya! Los ojos chispean la ALEGRÍA interior de percibir a Dios que se manifiesta al mundo. Hermano/a, descúbrelo y, desde ahora, elabora tu canto de alabanza para la noche de Navidad, cuando la luz iluminará tus noches y el gozo alejará los miedos.

F.- “El santo de Dios está de pie ante el pesebre, desbordándose en suspiros, traspasado de piedad, derretido en inefable gozo. Se celebra el rito solemne de la Misa sobre el pesebre y el sacerdote goza de singular consolación” (1Cel 85).

Silencio… Invoquemos al Espíritu… Permanezcamos atentos a su soplo… Él ora en nuestro interior con “gemidos inefables” (Rm 8, 26). Tal vez, con el don de PIEDAD que esponja el corazón y lo abre a la ternura del Padre providente, podremos captar el alma de Francisco ante el pesebre. Hermano/a, silénciate durante el Adviento y, desde la pobreza de espíritu, liberándote del ego, prepárate para dejar fluir al Espíritu cuando permanezcas de pie ante el Niño.

G.- “El santo de Dios viste los ornamentos de diácono, pues lo era, y con voz sonora canta el santo Evangelio. su voz potente y dulce, su voz clara y bien timbrada, invita a todos a los premios supremos. Luego predica al pueblo que asiste, y tanto al hablar del nacimiento del Rey pobre como de la pequeña ciudad de Belén dice palabras que vierten miel” (1Cel 86).

Solamente un verdadero encuentro con Jesús pobre es transformador, nos ensancha el alma y nos capacita para amar la propia pobreza y la de los hermanos. Desde esta experiencia íntima de la “riqueza de la pobreza” podremos ser “PALABRA que vierte miel”, testigos de la misericordia del Padre. Hermano/a, hazte consciente de tus palabras para reconducir todas aquellas que te alejan de la dulzura en la relación con los otros: así te convertirás en anuncio del Reino del recién Nacido.

H.- “Muchas veces, al querer mencionar a Cristo Jesús, cuando le llamaba ‘niño de Bethleem’ o ‘Jesús’, se pasaba la lengua por los labios como si gustara y saboreara su paladar la dulzura de estas palabras” (1Cel 86).

La SABIDURÍA nos hace entrar en comunión plena con Dios. ¿No és este el don que le permite a Francisco saborear sensiblemente el nombre de Jesús? ¡Qué don tan hermoso! Hermano/a, pide este regalo al Espíritu para que puedas sentir la dulzura de su presencia en tu vida. Y, mientras esperas la Navidad, repite, una y otra vez, su nombre: Jesús, Jesús, “¡Ven, Señor Jesús!” (Ap 22, 20). Gozarás de inmensa paz.

En definitiva, si nos dejamos acompañar por el ejemplo de San Francisco mientras esperamos al Mesías dedicando más tiempo a la oración, procurando ser más humildes, manifestándonos amor mutuo, manteniéndonos en conversión continua, pidiendo los dones de piedad y de sabiduría… la intimidad con el Señor crecerá. Entonces la alegría se reflejará en nuestros rostros y las palabras que brotarán de nuestros labios verterán miel.

María, Madre de la esperanza y del silencio fecundo, permanece a nuestro lado velando con nosotros mientras esperamos a tu Hijo, para que no se apague el deseo de querer hacer de nuestro corazón un pesebre para El, ni de seguir sus pasos “con suma atención, con todo cuidado, con todo el anhelo de nuestra mente, con todo el fervor del corazón” (cf. 1Cel 84).

Deseándoos un Adviento muy fervoroso, os abraza vuestra hermana,

 

Mª Carme Brunsó Fageda

Superiora General

Barcelona, 3 de diciembre de 2023.