Mensaje con motivo de la fiesta del Beato José Tous 2024.
“Reine en todos ustedes la paz,
la caridad y la santa unión”
(cf. J.T. Circular 1864).
¡PAZ Y BIEN!.
“Unión, paz y caridad para cambiar esta tierra, para hacerla más humana, para hacerla más hermana”. Este es el estribillo del canto que denominamos Testamento espiritual del P. Tous, ya que recoge gran parte de su sentir hacia nosotras, las hermanas del Instituto que fundó. Quisiera, hoy, invitarles a prestar especial atención a estas palabras que tanto repite el canto haciéndose eco de la exhortación de nuestro Fundador: “Reine en todos ustedes la paz, la caridad y la santa unión” (cf. J.T. Circular 1864). Acerquémonos al corazón del P. Tous, escudriñando sus consejos, fruto de su propia experiencia espiritual y fraterna: un espejo que refleja su alma consagrada al Amor y amante de los hermanos.
El mismo P. Tous nos marca el camino para llegar a esta meta: “Procuren inflamarse en el amor de Jesús en la santa oración, a unirse por amor con el amable Jesús, que es rey pacífico” (cf. J.T. Circular 1864). Es necesario, por lo tanto, la unión con Dios, como los sarmientos a la Vid (cf. Jn 15, 1-8), buscarlo de continuo: “Tu rostro buscaré, Señor” (Sal 26, 8) y anhelarlo, como busca la cierva corrientes de agua (cf. Sal 42,2). Por tanto, el mejor termómetro para saber cómo está nuestra vida espiritual es sentir la NECESIDAD de estar con Dios. ¡Evaluémonos!
Y el camino es: “La doctrina del Sagrado Evangelio, sumamente perfecta, pura y divina, enseñada y predicada por el mismo Hijo de Dios, nos demuestra y enseña el camino recto y seguro para llegar a Dios” (J.T. Const. 1850 – Cap. I). Adentrémonos, pues, en esta PALABRA, fuente de gracia y alimento para crecer en el amor fraterno:
A.- LA UNIÓN. Jesús nos dice: “Que todos sean uno” (Jn 17, 21). ¡Y qué diferentes somos! ¡Y qué distinto pensamos! Sin embargo, nos une un mismo Credo y un mismo carisma: una maravillosa oportunidad de avanzar en unidad desde la pluralidad. ¡Esta es la belleza del compartir! Es un reto que, al mismo tiempo, se convierte en posibilidad de crecimiento personal y de ser espejo para otras personas, ya que si damos testimonio de unidad seremos “luz del mundo” (Mt 5, 14) para quienes nos ven, para quienes nos miran buscando referentes en una sociedad tan dividida y fracturada. Pongamos los medios para estrechar los vínculos fraternos a fin de que la comunión sea visible en nuestras comunidades y familias.
B.- LA PAZ. Jesús nos dice: “Mi paz les dejo, mi paz les doy” (Jn 14, 27). Un fruto del Espíritu (cf. Gál 5, 22) que debemos cuidar porque se puede perder con facilidad. El P. Tous lo sabía y, por eso, nos pone en alerta: “No se pierda la paz interior y el fervor de la devoción por la mucha inquietud del mucho hablar” (J.T. Const. 1850 – Cap. X). Y nos explica cómo deben ser nuestras conversaciones, cómo hacer un buen uso de la capacidad comunicativa, un don muy preciado para poder relacionarnos y generar confianza mutua: “Guárdense totalmente de conversaciones largas, inútiles y vanas, antes bien, todas las palabras que digan sean edificantes y provechosas” (Ibid). Y aún añade: “Absténganse de palabras ociosas y nocivas” (Ibid – Cap. XIV). Si así nos relacionamos, gozaremos de una profunda paz y seremos instrumentos de paz.
C.- LA CARIDAD. Jesús nos dice: “Ámense los unos a los otros como yo les he amado” (Jn 15, 12). Otro fruto del Espíritu (cf. Gál 5, 22) que debe caracterizarnos como cristianos, tocados por el Amor. Es el mismo Espíritu quien nos invita a entregarnos por completo, a amar sin medida. Me digo y le digo a cada uno de ustedes: están llamados a hacer de su vida un continuo acto de caridad. Sean con todos: acogedores, agradecidos, disponibles, sacrificados, pacientes, compasivos… Sean compañía en sus sufrimientos y en sus alegrías. “Sufran sus imperfecciones” (Ibid – Cap. XIII), escúchenlos con mirada limpia y puro corazón, sírvanlos desinteresadamente, dedíquenles tiempo, perdónenles de todo corazón, corríjanles con humildad, hablen bien de ellos…: “todo es poco cuanto se inmola por CARIDAD” (Estampa 9a).
Miremos a la M. Remedio tal como nos la presenta el libro ESTAMPAS:
“Escuchémosla… su conversación es amena, graciosa y oportuna. (…) Ni la madre más amante de los suyos podría igualarse en prodigar cuidados, en adivinar aquello que pudieran desear o les pudiera proporcionar algún alivio a las enfermas. (…) Madre muy amante de sus hijas y su más perfecto modelo… Para ella no había otra norma que la que manda la santa Caridad… Caridad en sus palabras, siempre medidas y sencillas. Caridad en sus obras de gran abnegación por todas, sin excepción alguna… ¡Caridad en sus pensamientos!” (Estampa 11a).
Así lo aprendió del P. Tous, libro abierto de caridad que la derramaba en todas sus actitudes, tal como dice el apóstol Juan: “Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino con obras y de verdad” (1Jn 3, 18). Escuchemos a una de sus hijas:
“Sed ejemplo constante de todas las virtudes, particularmente entre vuestras educandas y amadlas mucho en Dios y en nuestra dulce Madre la Divina Pastora”. La mano del Padre Tous tiembla al escribir estas líneas… La luz del velón se va extinguiendo y… aún hay algo más que añadir: “Vivid, hijas mías, la vida de unión con Jesús. Él os enseñará a ser humildes, abnegadas…”. Avanza el Padre Tous hasta los pies del crucifijo y allí postrado hace una última recomendación a sus hijas ausentes: “Reine entre vosotras la unión, la paz y la caridad; y veréis la tierra transformarse en cielo…”. Va repitiendo una y otra vez las mismas palabras. No sabe otra cosa mejor que agregar… Caridad… Caridad… Con ella la tierra se transforma en CIELO” (Estampa 8a).
Claro y contundente: Caridad, caridad y más caridad…, pacificados y pacificadores para hacer posible la unidad de espíritus. Junto con la oración, es el mejor regalo que podemos ofrecernos unos a otros y, a la vez, al Beato José Tous en su fiesta litúrgica: vivir a fondo la fraternidad, pilar fundamental del carisma que nos ha legado. Al mismo tiempo, también seremos un signo de esperanza para nuestras comunidades, familias, lugares de trabajo…, pues se convertirán en espacios de luz por el testimonio de amor a Dios y de amor fraterno.
Invoquemos asiduamente al Espíritu para que, como María congregó en la unidad a los discípulos en el cenáculo, sepamos crear comunidades unidas en torno a su Hijo Jesús y entre nosotros. De esta manera, como dice el canto, colaboraremos “para cambiar esta tierra, para hacerla más humana, para hacerla más hermana”. Con María, levantémonos y pongámonos en camino al encuentro de la vida de cada uno de nuestros hermanos y, con todos ellos, ¡CELEBREMOS FRATERNIDAD!
Anhelando, como el P. Tous, paz, caridad y santa unión para todos ustedes, les deseo una feliz fiesta de nuestro Fundador.
Mª Carme Brunsó Fageda.
Superiora General.
Barcelona, 16 de mayo de 2024.