Mensaje con motivo de la fiesta de San Francisco 2021 - HH Capuchinas de la Madre del Divino Pastor
4617
post-template-default,single,single-post,postid-4617,single-format-standard,bridge-core-2.0.5,qode-news-2.0.2,, vertical_menu_transparency vertical_menu_transparency_on,qode-title-hidden,qode_grid_1400,footer_responsive_adv,qode-content-sidebar-responsive,qode-overridden-elementors-fonts,qode-theme-ver-19.2.1,qode-theme-bridge,disabled_footer_bottom,wpb-js-composer js-comp-ver-7.9,vc_responsive,elementor-default,elementor-kit-1927

Mensaje con motivo de la fiesta de San Francisco 2021

“La observancia del santo Evangelio”.
(Beato José Tous, Const. 1851, Cap. 1).

Franciscan Tau Cross | St francis, Francis of assisi, Franciscan

“El Voluntariado Capuchino “Madre del Divino Pastor”
quiere vivir los compromisos adquiridos en el
bautismo y hacer vida el Santo Evangelio al estilo
del Padre José Tous y Soler” (Estatutos 1,1).

 

PAZ Y BIEN.

 “Yo quiero ser Evangelio viviente, abandonarme en tus brazos, Señor…”. Este canto que expresa el anhelo del corazón de San Francisco nos centra en la palabra clave de su vida: el Evangelio. Estoy segura de que, si hubiese existido en tiempos del P. Tous, él lo habría cantado con firme convicción porque como buen hijo del Pobrecillo de Asís, profesó “la regla y la vida de los hermanos menores: guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo viviendo en obediencia, sin nada propio y en castidad” (1R 1, 1). Y de su experiencia vital, que le plenifica y le hace feliz, quiere que vivan las hermanas: “san Francisco, nuestro Padre, en el principio y fin de la Regla dada a santa Clara, hace expresa mención de la observancia del santo Evangelio” (J. T. Const. 1851, Cap. 1). Sí, lo esencial de nuestro carisma es vivir como Cristo, vivir su Evangelio. O sea, que cada Voluntario Capuchino sea un “evangelio” viviente, sea buena noticia para el mundo.

 

En este Año de Gracia del 150º Aniversario de la partida del P. Tous al Cielo, su ejemplo de vida evangélica como seguidor de Cristo al estilo de Francisco de Asís, nos encamina hacia los signos evangélicos de minoridad que aprendió de él; ambos fueron frailes pacientes, humildes, fraternos, pobres, eucarísticos y marcados por la cruz. Permítanme que haga una breve reflexión basada en palabras del mismo Francisco a sus hermanos, enraizadas en el Evangelio:

 

  1. Paciente y humilde ante las contrariedades y adversidades, el pecado del prójimo, las persecuciones… Francisco lo acoge todo con un espíritu magnánimo, viéndose a sí mismo más pecador que nadie y acariciado por la abundante misericordia de su Señor. Por eso expresa: “Donde hay paciencia y humildad, no hay ira ni turbación” (Adm. 27, 2). Ni turbación, ni ira, ni palabras irrespetuosas, ni desazón, ni juicios…; conviene estar sereno, con dominio propio, pacificado por el Señor en cualquier circunstancia: “Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios (Mt 5, 9). El siervo de Dios no puede saber cuánta paciencia y humildad posee, mientras todo le vaya a su gusto. Mas cuanta paciencia y humildad muestra el día en que le contrarían quienes debieran darle satisfacción, tanta tiene y no más (Adm. 13, 1-2). Padre San Francisco, enséñanos a ser pacientes, humildes, pacíficos y, así, guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

 

  1. Fraterno y caritativo, convencido por experiencia de que el Mandamiento Nuevo del amor (cf. Jn 13, 34) transforma las relaciones humanas, se hace hermano universal, comenzando por los detalles más pequeños de la convivencia diaria y dejándose tocar por el amor de Cristo, al cual imita constantemente. Sus exhortaciones son claras y contundentes, de ellas emana una fraternidad de relaciones sinceras y transparentes, unida y caritativa,  feliz y alegre de compartir la llamada de Dios a ser Voluntarios. Escuchémoslas:  Bienaventurado el siervo que ama a su hermano tanto cuando está enfermo y no le puede corresponder, como cuando está sano y lo puede recompensar. Bienaventurado el siervo que ama y respeta a su hermano ausente como si fuese presente, y que no dice a sus espaldas lo que con caridad no se atrevería a decir delante de él” (Adm. 24 y 25). Padre San Francisco, enséñanos a ser fraternos y, así, guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

 

  1. Pobre, sin nada propio. Así vive Francisco: ¡es su secreto! Ha descubierto que las posesiones ocupan el lugar de Dios, por eso quiere vivir libre de cualquier cosa propia, desde los bienes materiales hasta su propio yo.  No quiere tener derechos sobre nada ni nadie, no desea estar atado ni a personas ni a los propios gustos o talentos. La “Dama Pobreza” es su felicidad, lo hace libre para amar a Dios Padre providente en quien confía y se abandona, y libre para amar a sus hijos con un amor desposeído y puro. Veamos cómo lo explica: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos (Mt 5,3). Hay muchos que permanecen constantes en la oración y en los divinos oficios y hacen muchas abstinencias y mortificaciones corporales, pero por sola una palabra que parece ser injuriosa para sus cuerpos o por cualquier cosa que se les quite, se escandalizan y en seguida se alteran. Estos tales no son pobres de espíritu; porque quien es de verdad pobre de espíritu, se odia a sí mismo y ama a los que le golpeen en la mejilla” (Adm. 14, 1-4). Padre San Francisco, enséñanos a ser pobres y, así, guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

 

  1. Alimentado por la Eucaristía acoge el don de la presencia real de Jesús en el Pan y el Vino como el regalo más preciado del Padre. Lo busca preparándose para este encuentro y procurando recibirle con un corazón limpio y con  toda reverencia. Así se lo enseña a hacer a los frailes: “Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna (Jn 6, 55). Ahora bien, el Espíritu del Señor, que habita en sus fieles, es quien recibe el Cuerpo santísimo y la Sangre del Señor. Cada día viene a nosotros Él mismo, en apariencia humilde; cada día desciende del seno del Padre sobre el altar” (Adm. 1, 11-12.17). Padre San Francisco, enséñanos a ser eucarísticos y, así, guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

 

  1. Marcado por la cruz desde la ermita de San Damián hasta el monte Alvernia, donde se hacen visibles en él las palabras de Pablo:  “Llevo en mi cuerpo las marcas de Cristo” (Gàl. 6, 17). Toda la vida de Francisco es un camino de discípulo buscando la identificación con el Maestro. Le resuenan permanentemente las palabras: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que tome su cruz y que me siga” (Mt. 16, 24). Pero no solamente carga la cruz, sino que la abraza con el Dios sufriente clavado en ella juntamente con los “crucificados” de este mundo… y nos invita a hacerlo porque sólo en eso podemos gloriarnos: en nuestras debilidades (2Co 12,5), y en llevar a cuestas diariamente la santa cruz de nuestro Señor Jesucristo” (Adm. 5, 8). Padre San Francisco, enséñanos a dejarnos marcar por la cruz y, así, guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

 

¡Qué regalo nuestro carisma! ¡Agradezcámoslo! El P. Tous nos quiere como Francisco de Asís: pacientes, humildes, fraternos, pobres, eucarísticos y marcados por la cruz, lo cual significa caminar hacia el despojo total para alcanzar la pobreza interior como condición indispensable en el seguimiento de Jesús. Así observaremos el santo Evangelio, así lo guardaremos en nuestro corazón, lo custodiaremos como un tesoro y haremos fructificar la vocación tan bella que hemos recibido, como se manifiesta en la vida de Francisco y de sus seguidores. Es un camino que tiene la pobreza interior como  fuente de donde mana el agua que riega nuestra donación al Dios Altísimo y a los hermanos más heridos, el rostro de Cristo entre nosotros.

 

Que  “la santa Madre de Dios, María, virgen convertida en templo” (SalVM 1), nos lleve en su corazón para que sepamos guardar el santo Evangelio y seamos espejos nítidos y siervos fieles (cf. Mt 24, 25) todos los días de nuestra vida.

Con mi fraterno abrazo, les deseo una feliz fiesta de San Francisco.

 

Mª Carmen Brunsó Fageda.

Superiora General.

Barcelona, 24 de septiembre de 2021.