Los laicos no han sido sólo una ayuda, han sido compañeros de misión y vida.
Mi experiencia en estos quince años de vida consagrada, viviendo y compartiendo este carisma de nuestro Instituto de Hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor, no podrían entenderse sin el ser y quehacer con laicos comprometidos en nuestra misión educativa. Experiencia que me ha formado para la vida y la misión y me ha hecho más consciente de la común vocación que compartimos como es la vivencia de la vocación cristiana desde la vocación específica de cada uno, ya sea desde la vida religiosa o desde el ser del laicado.
Sirviendo, trabajando, colaborando, participando, desde la labor apostólica en la educación de los niños y adolescentes desde las dimensiones religiosas y las ciencias humanas, en la pastoral educativa, desde las aulas mismas, en la formación de padres y madres de familia, en la dirección de la obra apostólica, apoyando desde la catequesis de iniciación cristiana, entre otros. En los servicios que se me han encomendado, los laicos no han sido sólo una ayuda, han sido compañeros de misión y vida, con los que he ido aprendiendo y profundizando mi carisma, logrando mayor identificación y convicción a la par de la adquisición de los conocimientos técnicos y de la experiencia.
Para mí, la experiencia de la misión compartida ha estado marcada por la corresponsabilidad, la confianza, la cercanía, el ser compañeros de misión, desde la complementariedad para llegar a más, desde la palabra y el testimonio de la vivencia de una espiritualidad común que nos une. No se trata de que nos colaboren en la misión, sino de una misión verdaderamente conjunta desde la particularidad de cada uno, complementándonos en la misión apostólica, superando el temor a delegar y cultivando la confianza recíproca.
Es necesario seguir creciendo, convencidos de que hermanas y laicos aportamos en la misión la riqueza de nuestra vida espiritual y de nuestros conocimientos profesionales en la educación, claro está que cada uno desde el ser de su vocación específica.
Es necesario seguir dando pasos, entendiendo, a mi humilde parecer, que todo el carisma recibido como tal, puede ser compartido, no hay áreas reservadas a la vida religiosa únicamente; sólo así podremos permitir que cada vez más personas se identifiquen con este don recibido, heredado de nuestro fundador y podamos evangelizar desde esta forma particular, haciendo vida los valores del Reino en la Escuela o en la Misión, desde nuestra espiritualidad franciscano-clariana. Por lo tanto, debemos continuar compartiendo nuestra riqueza, seguir formando y motivando, dando mayor acompañamiento, impulsando el saberse familia tousiana para fortalecer y sostener esta misión compartida.
Misión compartida es realizar la propia labor desde los distintos servicios, en las tareas ordinarias, pero permeados por los mismos valores, desde una relectura de los signos de los tiempos, recrear el carisma, actualizarlo y adaptarlo al contexto actual. Hna. Lilliam Martínez García. Colegio Madre del Divino Pastor, San José (Costa Rica)