Jesús nos envía en fraternidad y en unidad
Hablar de mi experiencia de “Misión Compartida” me hace pensar en palabras como: Vocación, compromiso social, encuentro, caminos en una misma dirección, y también sorpresa, detalle, aventura, delicadeza de Dios, un llamado…
¿Por qué estas palabras? En primer lugar porque me remonta a la personal experiencia vocacional. Pues cuando sin darte cuenta y sin saber cómo te sientes llamada a una vocación de especial seguimiento de Jesucristo, te quedas desconcertada. Y… ¿Qué es lo que ha pasado contigo? ¿Una sorpresa de Dios? ¿Un detalle de su amor? … ¡Sí! Caes en la cuenta que Dios te ha llamado a “SER CONTINUADORA DE SU OBRA”. En esta aventura te encuentras con hermanas de alto grado de sacrificio, con mucho carisma, con mucha fe y con una vida que sólo se entrega desde el amor a Dios y el amor a los hermanos. Y ves que estas vidas sencillas, pobres y humildes han hecho camino antes que tú, y ahora te encuentras caminando junto a ellas, siguiendo los pasos de Jesús y continuando la historia del Amor de Dios. Una historia que abre puertas al encuentro de niños y jóvenes de nuestros colegios. Es una experiencia de fraternidad que sale a atender a los más pequeños de la sociedad.
Pero sin saber cómo, Dios vuelve a sorprender y te encuentras con laicos y laicas de una fe que mueve montañas y de corazones gigantes. Dios nos ha puesto en el mismo camino y mirando hacia aquella meta que bien sabe Él por dónde llevarnos y allí “mano a mano y codo a codo” continuamos su obra. Te hace descubrir una fraternidad más allá de la comunidad religiosa, una fraternidad intensa y comprometida. Es otro de sus regalos.
Laicas y laicos en unidad con las Hermanas hacemos camino después de escuchar las palabras de Jesús “Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio” (Mc 16,15). Jesús nos quiere en acción, en camino, abriendo puertas y nuevos horizontes bajo la mejor guía que es el Espíritu Santo y mirando a María, Madre del Divino Pastor, para aprender de Ella a dar solidez a la misión encomendada, desde la escucha. Compartimos una misma misión y un mismo carisma, cada uno, cada una desde su estado de vida y desde su realidad.
Para mí es una experiencia de fe, de fraternidad, de envío y de corazón entregado. “Los envió de dos en dos” (Lc 10, 1); es la experiencia de saber que Jesús no nos envía solas o solos nos envía en fraternidad y en unidad. He experimentado que nuestra fuerza está en la escucha de la Palabra de Jesús y, desde allí, brota toda nuestra acción y nuestro compromiso social como religiosas consagradas y laicas y laicos comprometidos.
Lo último que puedo decir es que compartir la fe, orando juntos y abriendo nuestros corazones ante el Sagrario no tiene precio. Hna. Janneth Colindres: Escola Assís – Premià de Mar (Barcelona)