86 ANIVERSARIO DE LA ENTREGA DE LAS HERMANAS ANDREA, M. AUXILIO Y PATROCINIO.

86 ANIVERSARIO DE LA ENTREGA DE LAS HERMANAS ANDREA, M. AUXILIO Y PATROCINIO.

Una vez más, ¿de dónde nace la fuerza para afrontar el martirio? De la profunda e íntima unión con Cristo, porque el martirio y la vocación al martirio no son el resultado de un esfuerzo humano, sino la respuesta a una iniciativa y a una llamada de Dios; son un don de su gracia, que nos hace capaces de dar la propia vida por amor a Cristo y a la Iglesia, y así al mundo. Si leemos la vida de los mártires quedamos sorprendidos por la serenidad y la valentía a la hora de afrontar el sufrimiento y la muerte: el poder de Dios se manifiesta plenamente en la debilidad, en la pobreza de quien se encomienda a él y sólo en él pone su esperanza (cf. 2 Co 12, 9). Pero es importante subrayar que la gracia de Dios no suprime o sofoca la libertad de quien afronta el martirio, sino, al contrario, la enriquece y la exalta: el mártir es una persona sumamente libre, libre respecto del poder, del mundo: una persona libre, que en un único acto definitivo entrega toda su vida a Dios, y en un acto supremo de fe, de esperanza y de caridad se abandona en las manos de su Creador y Redentor; sacrifica su vida para ser asociado de modo total al sacrificio de Cristo en la cruz. En una palabra, el martirio es un gran acto de amor en respuesta al inmenso amor de Dios. (Benedicto XVI 11 agosto 2010).

 

 

¡… VOSOTROS SOIS LA LUZ DEL MUNDO…! 

“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un celemín, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16). Las Hermanas Andrea, Mª Auxilio y Patrocinio durante toda su vida fueron antorchas de luz y esperanza para cuantos tuvieron la dicha de vivir junto a ellas. En su vida entregada en fidelidad, brillaron como antorchas lucientes entre los niños y las familias vulnerables de su época. Lo que ellas fueron, hicieron y vivieron tiene una fuente clara: su Fe en Cristo y en el Reino de Dios. Gastar la vida es trabajar por los demás, es darse, quemarse por el bien del prójimo, fueron conscientes de que solo tenía sentido su vida cuando era quemada; solamente entonces eran Luz. Trabajaron en diferentes tareas: trabajo pastoral en las escuelas, entre las Hermanas de la Comunidad, las familias… Hermana Andrea: “Da a sus alumnas lo mejor de sí misma, se entrega totalmente a ellas. Se muestra siempre misericordiosa con ellas, y así se desprende que fue con las Hermanas: paciente, sabe escuchar, intenta comprender y disculpa siempre”(Positio) Hermana Mª Auxilio: “Desempeñó competentemente la labor educativa entre las chicas mayores, y, también las que carecían de medios económicos para poder costear su educación. A éstas, les atendía con la misma responsabilidad y cariño que al resto de niñas. Ponía su gran preparación intelectual al servicio de las alumnas”. (Positio) Hermana Patrocinio: “Demuestra su caridad con hechos, pero también con ideas, intenciones y actitudes. Se desvive por el otro, por las hermanas a las que debe atender, para que se encuentren bien, para que sean felices. Su gran espíritu de servicio, le llevó a olvidarse de si misma, para servir a los demás. (Positio). Para ellas el amor fue compromiso con la dignidad humana y no solo palabras. Su amor fue también gratuito. Dispuestas a brindar ayuda, dedicar tiempo para estar con los más pequeños, con los que sufren, prestar oídos para escuchar a los demás. Fueron una luz de esperanza, pues en situaciones difíciles nuestras Hermanas tienen que ser nuestro grito de esperanza a Dios. Sabían que pasara lo que pasara, nuestra esperanza está en Dios. Los frutos de su testimonio fueron muy fecundos: nos ayudan a profundizar en la Fe, a reflexionar en la generosidad en nuestra entrega, en nuestra fidelidad, interrogan a los jóvenes invitándoles a seguir a Cristo sin condiciones, nos alientan a ser capaces de afrontar los problemas con dignidad y a vivir en Paz y serenidad. Sus últimas palabras: “¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!” significa que para ellas, como dijo San Juan Pablo II, “junto al Corazón de Cristo, el corazón del hombre aprende a conocer el sentido verdadero y único de su vida y de su destino, a unir el amor filial hacia Dios con el amor al prójimo” Ellas siguen vivas. Viven en nuestra memoria, en los proyectos que ellas dieron vida… entre sus predecesores. Brillan en nuestra época, porque la muerte corporal no puede acabar con la presencia y el impulso de sus vidas que dan y se dan hasta la muerte. Y su muertes engendran vidas. Su luz brilla intensamente.

 

ASÍ NOS LO TRANSMITIERON NUESTRAS HERMANAS

 

[…] Era en la tarde hacia el anochecer del 21 de julio de 1936, cuando en nuestro Colegio de Sant Quirze de Besora, vino el Sr. Vicario de la Parroquia a sumir las Sagradas Formas y decimos: que con motivo de haberse levantado la persecución religiosa, era preciso, nos vistiéramos de seglar y recogiéramos cuanto estuviera a nuestro alcance. Recibimos pues, la última bendición con el Santísimo, de manos del Sr. Vicario (que más tarde fue asesinado) pidiéndole a Jesús, del cual nos despedíamos, nos diera fuerza para soportar la tempestad que se avecinaba. Salimos pues, y varias familias nos aguardaban para llevarnos a sus casas donde pasamos varios días antes de separarnos para reunirnos con nuestras familias. […]

 

Hermana M.ª del Tura Foradada. Comunidad de Sant Quirze