Mensaje con motivo del 150º Aniversario de la muerte del Beato José Tous
Era el 27 de febrero,
lunes de la primera semana de Cuaresma…
“Venid, benditos de mi Padre,
recibid en herencia el Reino”
(Mt 25,34).
¡PAZ Y BIEN!
“¡Vuelve a brillar la luz!”. Así empieza el canto “Bondad en acción” dedicado al P. Tous en el 150º Aniversario de su muerte. La luz que envuelve su vida ilumina de nuevo las nuestras, especialmente por su fe y confianza que son expresión de una ESPERANZA cierta y serena en la eternidad, en el seno del Padre bueno. Él se convierte en una presencia luminosa en medio de los senderos de nuestras existencias, un modelo de vida enraizada en la fuente de Agua Viva: Cristo Crucificado y Resucitado.
Este es el misterio que celebramos durante el Triduo Pascual y para el cual nos preparamos durante la Cuaresma, tal como lo hizo el P. Tous en los últimos días de su vida terrena, pues él mismo, aquel 27 de febrero, lunes de la primera semana del tiempo cuaresmal, se dirigió al Colegio de la “Divina Pastora” para celebrar la Misa, la última. Retrato de lo que fue su vida: un camino cuaresmal hecho de silencio y oración, de abstinencias y ayunos de todo tipo, y de donación caritativa, convertido él mismo en “limosna” para todos.
Esta manera de vivir deviene para nosotros una lámpara encendida (cf. Mt 5,15-16) que ilumina nuestra casa, la familia tousiana. Una página de la historia de la Iglesia que hoy nos mueve a convertirnos en SIGNOS DE ESPERANZA para el mundo, como lo fue él. Una esperanza de la que nos habla el Papa Francisco en el Mensaje de la Cuaresma 2021: “En este tiempo de conversión renovemos nuestra fe, SACIEMOS NUESTRA SED CON EL ‘AGUA VIVA’ DE LA ESPERANZA y recibamos con el corazón abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos y hermanas en Cristo” .
Leyendo este Mensaje del Papa en clave de celebración del 150º Aniversario de la muerte de nuestro Fundador, me ha parecido que todo él es una expresión de cómo vivió. Dejadme que haga un paralelismo, especialmente de la virtud de la ESPERANZA que tanto bien nos puede hacer hoy a nosotros, inmersos en la crisis provocada por la pandemia: “En el actual contexto de preocupación en el que vivimos y en el que todo parece frágil e incierto, hablar de esperanza podría parecer una provocación” (Mensaje Cuaresma 2021). Seamos audaces y dejémonos interpelar.
A.- Esperanza es creer en un Dios pobre, lleno de gracia y de verdad.
“La Cuaresma es un tiempo para creer, es decir, para recibir a Dios en nuestra vida y permitirle “poner su morada” en nosotros (cf. Jn 14,23). Ayunar significa liberar nuestra existencia de todo lo que estorba (…) para abrir las puertas de nuestro corazón a Aquel que viene a nosotros pobre de todo, pero «lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14)” (MC 2021).
Fe y confianza en la providencia bondadosa del Padre es la experiencia vital del P. Tous, un cristiano abierto a Dios desde la infancia y en toda circunstancia:“El P. Tous vivió con la convicción de que Dios, infinitamente bueno, ponía en su vida lo mejor en orden a la santidad de la Iglesia, de su Orden, del Instituto de Terciarias Capuchinas y de sí mismo. Supo ver y acoger a Dios en cada acontecimiento por muy paradójico que pareciese. Por eso siempre esperó a que Dios manifestara de algún modo su Voluntad. Vivió la certeza de que Él estaba metido en su vida y en la de sus hermanos, dando sentido a lo más inexplicable a sus ojos y a los criterios humanos” (Positio Vol. I, pág. 30).
B.- Esperanza es encontrar en la intimidad al Padre de la ternura.
“En el recogimiento y el silencio de la oración, se nos da la esperanza como inspiración y luz interior, que ilumina los desafíos y las decisiones de nuestra misión: por esto es fundamental recogerse en oración (cf. Mt 6,6) y encontrar, en la intimidad, al Padre de la ternura” (MC 2021).
Si algo define el perfil espiritual del P. Tous es la íntima unión con Dios que se manifiesta en el amor a la Eucaristía y en la contemplación de Cristo Sufriente y de su Madre. Hombre profundamente silencioso y silenciado, sus palabras y sus gestos dejan entrever la hondura de su alma en diálogo con el Señor con quien, atraído por su amor, ha hecho alianza eterna: “La Esperanza en el P. José Tous se hace notoria en la serenidad activa, el silencio orante y la fortaleza con que afronta los momentos difíciles. Dios es fiel” (Positio Vol. I, pág. 30).
C.- Esperanza es acoger la reconciliación: una Pascua de fraternidad.
“Esperanza en la reconciliación, a la que san Pablo nos exhorta con pasión: «Os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2Co 5,20). Al recibir el perdón, en el Sacramento que está en el corazón de nuestro proceso de conversión, también nosotros nos convertimos en difusores del perdón: al haberlo acogido nosotros, podemos ofrecerlo, siendo capaces de vivir un diálogo atento y adoptando un comportamiento que conforte a quien se encuentra herido. El perdón de Dios, también mediante nuestras palabras y gestos, permite vivir una Pascua de fraternidad” (MC 2021).
Misericordia y compasión son actitudes relevantes del corazón bondadoso del P. Tous que derrama como aceite sobre las heridas que ocasiona la fragilidad humana. El perdón y la paz son el don de la reconciliación con Dios, un sacramento tantas y tantas veces ofrecido por el P. Tous a través de su ministerio sacerdotal. La experiencia de la reconciliación fraterna, le lleva a expresar: “Reine entre vosotras la caridad, la paz y la santa unión” (Circular J.T. 1864). ¿No es ésta la auténtica fraternidad que brota del perdón y de la presencia de Cristo entre nosotros?
“Sus muchas horas de dedicación a este ministerio nos lo descubren solidario de la débil condición humana. Tarea silenciosa y escondida que demuestra hasta qué punto él mismo debía sentirse bondadosamente acogido por Dios en sus limitaciones, debilidades y errores humanos. Acogiendo con misericordia, con el perdón transmite la paz a las almas” (Guixà Padrell, Oriol: Consciencia social en la obra del P. Tous).
D.- Esperanza es dar aliento.
“En la Cuaresma, estemos más atentos a «decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan», en lugar de «palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian» (FT, 223). A veces, para dar esperanza, es suficiente con ser «una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia» (FT, 224)” (MC 2021).
Estas palabras son un espejo del P. Tous, desde la prudencia y la discreción, siempre al lado de quien le necesita, acogiendo y acompañando con delicadeza y bondad, tanto a las hermanas como a la familia, a las alumnas, a los vecinos, a los enfermos, a los feligreses…
“Las religiosas encontraban siempre en él la bondad y afecto de un verdadero padre. (…) Se manifiesta siempre con un carácter bondadoso, agradecido, complaciente aunque hubiera sido agraviado. Es el perfil que de él hace su amigo el P. Serrancolí: No creo que tuviera a nadie agraviado” (Positio, Vol I, pág. 39).
E.- La expresión más alta de la esperanza es la caridad.
“La caridad, vivida tras las huellas de Cristo, mostrando atención y compasión por cada persona, es la expresión más alta de nuestra fe y nuestra esperanza. La caridad se alegra de ver que el otro crece. La caridad es el impulso del corazón que nos hace salir de nosotros mismos” (MC 2021).
Místico y apóstol a la vez, el P. Tous muestra siempre una exquisita sensibilidad hacia las necesidades del prójimo que capta y procura resolver, desde la sencillez, impulsado por el soplo del Espíritu. Se deja moldear por Dios que le hace instrumento de sus manos: un regalo para todos, con un gran amor hecho caridad, fruto de su fe y esperanza: “Fue un hombre de esperanza, tocando con los pies en el suelo y el corazón en el cielo y un hombre de caridad, que es la plenitud de la ley” (Positio Vol. I, pág. 33).
Ciertamente, hermanos y hermanas, el P. Tous peregrinó en la tierra con esta sólida esperanza, enraizada en la fe y expresada en la caridad; una vida que culminó escuchando, antes del retorno a la Casa del Padre, la promesa: “Venid, benditos de mi Padre, recibid en herencia el Reino. (…) Os lo aseguro: todo lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (cf. Mt 25, 31-46). ¡Qué detalles tiene nuestro Dios con los que confían en Él!
Una promesa hecha realidad en él después de una vida de cara a Dios, porque creer presupone apertura: “¡Ábrete!” (Mc 7,31-37). Mirando al P. Tous me parece que hoy nos dice: ¡Haz espacio a Dios y déjale entrar! Sí, repitámonos: Ábrete corazón al Amor, abríos oídos a la Palabra, abríos ojos a la Luz, abríos labios para proclamar el nombre de Jesús a toda criatura. ¿No es esta apertura la clave para la renovación? Fe y apertura hacen posible la conversión, un camino que cada uno de nosotros recorremos desde la esperanza y que conduce al amor, expresado en la bondad, como él.
Con una inmensa gratitud por la oportunidad que tenemos de poder celebrar este AÑO DE GRACIA, mirémonos en él y aprendamos de su ejemplo para llegar a ser testigos de esperanza en estos tiempos nuevos de la historia: “Vivir una Cuaresma con esperanza significa sentir que, en Jesucristo, somos testigos del tiempo nuevo, en el que Dios “hace nuevas todas las cosas” (cf. Ap 21,1-6)” (MC 2021).
Que la Virgen, “vida, dulzura y esperanza nuestra”, guarde nuestros pasos para que seamos fieles al legado recibido del P. Tous y, viviéndolo desde la fe y el amor, nos convirtamos en signos de esperanza, confiados en que “Dios ya sabe lo que nos conviene” (Carta J. T. 16-6-1868).
Con la esperanza de que vivamos profundamente este 150º Aniversario y nos dejemos tocar por el fulgor de la luz del carisma tousiano, recibid un abrazo fraterno de vuestra hermana,
Mª Carme Brunsó Fageda.
Superiora General
Barcelona, 22 de febrero de 2021.